lunes, 26 de julio de 2010

The Coral – Butterfly House


Estos días ha sido el Jazzaldi por aquí, así que me acerqué a varios conciertos. El último al que asistí fue el de los The Pains Of Being Pure At Heart, grupo al que sin ser uno de mis favoritos creo que lo que hacen lo hacen bien y resultan fáciles de escuchar. Cogí el autobús abandonando una suculenta cena con la agradable compañía de mi grupo de amigos, con la intención de reincorporarme después. Llevaba puestas a las Velvelettes en mi mp3 e iba en la más absoluta gloria.

Al llegar me encontré con un montón de gente, y pensé, a los conciertos vamos los mismos pelaos de siempre a ver si de todos los que están aquí alguno empieza a venir. Porque estaba contento y quería ser positivo… creo que me voy haciendo viejo porque la etapa snob la pasé hace tiempo jeje. Una vez allí me encontré con conocidos y no presté toda la atención que se merecía al grupo, para ser sincero. Aunque lo que escuché desde luego me gustó.

El hecho es que al terminar me encontré con una conocida que no veía de hacía tiempo, desde hacía unos tres años cuando apareció después de un concierto de los maravillosos Posies porque su novio pinchaba después. Pues cuando me paré a hablar con ella me empezó a hablar con ese tono de mirarte por encima del hombro, como si yo no hubiese ido a un concierto en mi vida. Y reconozco que le empecé a mirar raro, porque además no me dejaba ni hablar. Y al momento la situación se volvió más violenta si cabe. Aparecieron unos amigos suyos de estos modernos pijos diciendo que la tía de los teclaos estaba borracha (Así literal, pero con un tono de listillo ) y gilipolleces por el estilo y ya no pude más. Me despedí y me largué.

Este encuentro me hizo pensar(atención, a partir de aquí esto es un pelín topicazo), y le di vueltas a la idea de que había ido con las velvelettes contento perdido y que desde el punto de vista de esta gente nunca van a tener un momento de esos de felicidad escuchandolas(bueno, eso si saben quiénes son jeje Toma comentario snob por mi parte!) bueno a ellas o a cualquier otro grupo o nunca les va a salvar William Bell de una resaca horrible, cosa de esas… en definitiva, que no van a disfrutar de los momentos que hacen que esto de la música nos guste tanto. Y me hizo sentir tristeza por ellos, la verdad. Eso y recordar a los The Coral, que son un grupo maravilloso al que seguro que no le prestan atención.

Y es que con los de Liverpool siempre quedo satisfecho. Los conocí con su disco de debut cuando todavía me pegaba con el acné, recuerdo escuchar skeleton key una y otra vez, y les he sido fiel hasta hoy. Por eso siempre me alegro cuando sacan nuevo disco. Y desde luego este Butterfly House no me ha defraudado en absoluto.

The Coral hacen un pop con toques folk y psicodélicos(igual de estos menos que de costumbre en Buttefly House), si te los pones suenan a las Byrds que tiran de espaldas. Pero es que si me seguís es fácil intuir que a mí los Byrds me encantan. Y además está la personal voz de James Skelly que les da empaque a las canciones. Y encima uno de sus puntos fuetes siempre ha sido el de los singles, en todos sus discos hay dos o tres canciones de las que se te graban en la mente.

Lo bueno de su nuevo disco es que aparte de buenos singles, en este caso la canción que da nombre al disco y la maravillosa 1000 years, todas las demás tienen algo, brillan solas y no se entendería el disco sin una sola de ellas. Desde el comienzo hacen contigo lo que quieren. More than a Lover es hipnótica. Roving a Jewel suena más folkie con una armónica que en ningún momento molesta. Walking in the Winter da el toque de melancolía aun con un estribillo juguetón. Después Sandhills con su ritmo elegante. La mencionada Butterfly house, de las más psicodélicas quizás. Green is the color, otra que suena a años sesenta.


Y entonces llega Falling all around you que me parece deliciosa, de estas canciones que son pura delicadeza. Two faces, que es otra de mis favoritas del disco digna de Buffalo Springfield. Luego llega She’s coming around, más reposada y A thousen years que es maravillosa (de esta pongo el videoclip). Y para terminar Coney sland y North Parade que te dejan muy buen sabor de boca. En la edición limitada hay 5 canciones más y una versión acústica de 1000 years que sin llegar al nivel de sus “hermanas” aguantan muy bien el tipo.

En fin, un disco que os recomiendo y espero que escuchéis. Quizás The Coral no hayan inventado la rueda pero suenan muy bien y son un grupo más que digno. Lo teneis en spotify, así que no hay escusas…

1 comentarios:

Rob dijo...

Estoy completamente de acuerdo contigo, Pitricli, en que hay un cierto público, a veces incluso mayoritario en los conciertos (no hay más que fijarse en la atención que prestan en esos eventos a los que acuden para lucir palmito, fundamentalmente) que no sentirá nunca la felicidad de sentir la piel de gallina con esto de los discos...en fin, ellos se lo pierden. Lo cierto es que dentro del mundillo es de lo más frecuente esa actitud; a mí, últimamente, me produce incluso lástima...Buena recomendación la de The Coral!

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